Capítulo 71
Alexander regresó, equilibrando con cuidado una bandeja de plata. El aroma de café fresco y croissants aún calientes se esparció por el ambiente, pero nada era más dulce que la visión de Isadora envuelta en las sábanas revueltas, el cabello desaliñado y los ojos soñolientos brillando al verlo.
— Pensé que habías huido después de la noche que te di — bromeó, la voz aún ronca de sueño, tirando del edredón hasta la barbilla.
Alexander dejó la bandeja sobre el tocador y se acercó, deslizando las manos bajo las sábanas para atraerla contra su cuerpo.
— ¿Huir? — susurró contra sus labios, ronco, mientras un dedo trazaba la marca de amor que había dejado en la base de su cuello. — Prefiero mil noches como esa a cualquier otro paraíso.
El beso que siguió fue dulce como la miel de los croissants olvidados. Cuando finalmente se separaron, Isadora tomó una fruta de la bandeja y la llevó a su boca, sus ojos oscureciéndose cuando sus labios se cerraron alrededor de sus dedos.
— ¿Seguro