Capítulo 60
Alexander dio un paso al frente, tragando saliva, sintiendo un nudo en la garganta.
— Porque tú… sólo puedes ser mi hijo perdido —respondió con la voz quebrada, los ojos humedecidos, por finalmente haberlo encontrado.
Isadora se llevó la mano a la boca, emocionada, el pecho apretado por un amor que atravesaba el tiempo.
— Eres nuestro primogénito —completó ella, con lágrimas cayendo silenciosamente.
Los tres se miraron fijamente un largo momento.
Pero antes de que pudieran acercarse, el escenario comenzó a deshacerse. Ella despertó con la certeza de que eso no había sido sólo un sueño.
— ¿Qué querrá decir eso? —susurró para sí misma, aún conmovida por la intensidad de lo que vivió en su mente.
Horas más tarde, el avión aterrizó. En el aeropuerto, el delegado se despidió de Isadora con un breve saludo y se dirigió a Alexander con un apretón de manos firme.
— Tan pronto como los detenidos sean traídos al país, iniciaremos la búsqueda del niño desaparecido —dijo en tono serio