Capítulo 32
Isadora desvió la mirada, secándose una lágrima obstinada que caía en silencio.
— No puedo decírtelo… no ahora —murmuró, intentando sonar firme, pero fallando miserablemente—. Sólo… créeme que tengo mis razones.
Alexander la observó en silencio durante unos segundos que parecieron eternos. Su pecho le dolía como si estuviera siendo aplastado lentamente.
— ¿Así que eso es todo? —preguntó con voz baja, ronca, sin ira… sólo agotado.
Ella no respondió. Sólo se quedó allí, inmóvil.
Él asintió lentamente con la cabeza y soltó un suspiro pesado.
— Está bien… —dijo, apartando la mirada—. Espero que sean felices.
Isadora cerró los ojos con fuerza, como si cada palabra suya fuera una puñalada.
— Alex… —comenzó ella, pero él la interrumpió con un gesto leve de su mano.
— Todo está bien. No necesitas explicarte más. Lo entendí. De verdad.
Su expresión era dura, pero sus ojos delataban el dolor. Alexander se acomodó mejor en la cama, volvió el rostro hacia la ventana y puso fin a la co