El corazón me golpea con fuerza. Puedo escucharlo dentro de mi cabeza, acompasado con el sonido de los pasos de Seraphina más allá de la cocina. Sus sandalias chocan levemente con el mármol y cada uno de esos sonidos me perfora la piel.
No sé en qué momento llegué a esto, pero esa adrenalina ocasionada por la idea de que nos vea hace que mi corazón lata con mucha fuerza. Aunque una parte de mi siente cierta excitación y eso solo lo vuelve todo más enfermo.
La voz de Seraphina es clara, pero Cassian no se aparta. Al contrario, se aferra a mí como si no importara que del otro lado esté su hija. Como si lo único que contara en este momento fuera mi respiración agitada, su cuerpo quemando contra el mío y la tensión insoportable que nos mantiene unidos.
—Shh… —murmura junto a mi oído, su voz grave vibra sobre mi cuello, haciendo que mi piel se erice y se he hiele la sangre—. Es mejor que no hagas ruido… a menos que quieras que nos escuche —dictamina con la voz baja y ronca.
Mi estómago se c