Perspectiva de Seraphina.
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La noche anterior
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La ciudad vibra más de lo que imaginaba esta noche. Las luces de los faroles rebotan contra los ventanales del restaurante, y por un segundo, me distraigo observando los reflejos, como si pudieran decirme qué hacer. Estoy sentada frente a Elías, con un vestido que elegí con cuidado y un nudo en el estómago que no se debe solo a los nervios.
Él sonríe. Esa sonrisa suya, cálida, varonil, confiada. La de un hombre con la madurez necesaria que siempre me ha mostrado. Siempre que nos vemos parece tan seguro de sí mismo, tan protector, como si el mundo fuera suyo y yo apenas una parte que él acaricia con una mano cerrada.
—¿Será mejor que empieces a comer? ¿o acaso ya quieres el postre? —pregunta, luego de que lleguen a la mesa los platos de la cena.
—Aún no, comamos… —digo bajito, sintiendo ya un revoltijo en el estómago. Me esforcé por maquillarme un poco y no verme tan “juvenil” a su lado, sino más seria y sofisticada, como esas mujeres que