Perspectiva de Arielle
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La blusa azul cuelga en mi mano, a medio colocar sobre un gancho. Es la última prenda que queda por guardar, pero llevo minutos con ella sin moverme. La habitación está en silencio, solo el sonido sordo de la ciudad colándose por las ventanas altas. Piso de lujo. Diseño moderno. Blanco, gris, un sitio sin duda muy elegante. Todo perfectamente ordenado. Aséptico.
Me gusta que sea así. Me ayuda a calmarme. A no pensar demasiado.
Pero aun así, pienso.
Mi mente vuelve, como siempre, a la última noche. A su cuerpo contra el mío. A sus manos sujetándome como si el mundo fuera a desaparecer. A su boca… a su mirada. Me arde el pecho. Me obligo a respirar hondo, a mirar el clóset nuevo, amplio, sin nada suyo. Sin su olor. Sin su presencia.
Porque aunque eso sucedió anoche, estás horas han sido las más largas de mi vida.
Bajo la mirada. Coloco la blusa sobre la cama, sin llegar a colgarla. Me froto las manos. Las tengo frías.
Este lugar es hermoso, pero se si