Perspectiva de Cassian
.
Sigo con la misma ropa de ayer. La camisa abierta en los puños, arrugada, manchada de whisky desde hace horas. El pantalón aún conserva su forma, y aunque mi apariencia jamás es tan mala, siento como si ya no tuviera sentido sostener nada. Mi chaqueta está tirada en algún rincón del club, no recuerdo cuál. Lo único que tengo firme entre las manos es el vaso de cristal grueso. Servido en él un whisky puro. Es la segunda botella. O tercera. No sé. No me importa.
Estoy sentado en un rincón del lounge privado. Rodeado por luz tenue, música baja. La clase de lugar que usualmente usaría para cerrar tratos o follarme a una mujer que no me importa. Pero hoy no. Hoy no quiero cerrar nada. Ni abrir nada. Hoy no quiero a nadie.
Dos mujeres se me acercan, como disfrutaba que sucediera en el pasado. Ambas ríen. Una de ellas tiene un vestido rojo que apenas cubre sus pezones. La otra se sienta demasiado cerca. Huele a perfume caro, pero lo que predomina es el aroma a des