Luka:
Me resultaba muy extraño tener que contarle cosas a Alicia que se suponía sabía de sobra, pero debía hacerlo, llenarme d paciencia, cosa de la que carezco; pero ella era merecedora de mi esfuerzo.
Creí que cuando entrara al dormitorio de nuestros hijos, algo, por más ínfimo que fuera, recordaría, pero me equivoqué. No importaba cuanto me esmerara, su memoria debía fluir naturalmente, no había nada que pudiera hacer para forzar su recuperación.
‒ Ven – le dije estirando mi mano para que la cogiera, cosa que hizo – te enseñaré el dormitorio
En silencio se dejó llevar hacia nuestra habitación. Al entrar sus ojos se desorbitaron y tuvo un deja vu.
‒ ¿Te gusta?
‒ Sí, veo que no escatimaste en la cama
‒ ¿Eso es lo único que le llamó la atención Señora Gentile? – seguí el mismo diálogo que habíamos tenido hacía ya más de siete años en esta misma habitación
‒ Espero que sea tan cómoda como grande – ¡sí!, volvió a responderme esa misma estupidez
Me reí, claro que ella no entendió el moti