El video no solo mostraba a Nacho causando problemas, sino también a los aldeanos defendiendo efusivamente a Faustino.
Después de ver el video, Mariana y los otros policías creyeron las palabras de Faustino.
Mariana hizo una pequeña señal y dos policías corpulentos se acercaron a Nacho:
—Señor, usted es sospechoso de alterar el orden público. Será detenido por al menos siete días. Acompáñenos, por favor.
Las mujeres mayores, aterrorizadas al ver que iban a arrestar a alguien, huyeron asustadas, dejando solo a Nacho paralizado.
Nacho, furioso por no haber podido perjudicar a Faustino y ser él el arrestado, gritó enardecido: —¡Maldito, me las pagarás cuando salga!
—¿Qué tanto gritas? ¿Qué cuentas quieres ajustar?
—¿Te crees un mafioso? ¿Acaso no existimos nosotros?
Los policías llevaron a Nacho apresurados al coche patrulla.
Faustino se burló: —Nacho, estaré esperando que vengas a ajustar cuentas. Si no vienes, eres un miserable cobarde.
Nacho enrojeció de rabia, pero no se atrevió a dec