—Ni lo sueñes, es pleno día, alguien podría vernos.
—¿No ibas a promocionar tu clínica? Espera, voy contigo.
—Ya iré a verte por la noche.
Larisa miró nerviosa a su alrededor para asegurarse de que no hubiera nadie cerca antes de susurrarle al oído a Faustino.
Al terminar de hablar, de repente sus mejillas se tiñeron de rojo.
—Jeje, Larisa siempre tan buena conmigo. Vamos, acompáñame al pueblo de al lado.
Había dos o tres pueblos cerca de Rosal.
El primer pueblo al que Faustino quería ir estaba a solo media hora de camino.
Aunque el megáfono de Faustino era bastante ruidoso, casi nadie le prestaba atención a eso.
Larisa tuvo una idea y grabó su propia voz en el megáfono.
Con la voz dulce y clara de Larisa, pronto se acercaron varios aldeanos entusiastas.
—Qué linda es esta jovencita.
—Es una clínica nueva, ¿verdad? ¿Dónde queda? Iremos a echar un vistazo más tarde.
Sin duda alguna, todos estaban atraídos por la belleza de Larisa.
Incluso varios jóvenes solteros se acercaron a pedirle