Federico arrancó todas las hierbas medicinales que veía y las metió en un saco.
—¡Papá, esas hierbas eran para Faustino, cómo puedes quitárselas!—gritó Larisa.
Incluso una planta medicinal de varias décadas de antigüedad, que Faustino estaba a punto de recoger, ¡fue arrebatada por Federico! Larisa estaba furiosa y pataleaba.
—¡Niña tonta, qué sabes tú! ¡Esto es dinero, dinero! ¡Con esta planta, tenemos para los gastos de toda la familia durante seis meses!—dijo Federico sin la menor culpa, acusando a Larisa de ser una boba.
—¡Papá, le estás robando las hierbas a Faustino, devuélveselas, no podemos quedárnoslas!—Larisa lloraba de rabia. Le quitó el saco a Federico para devolverle la planta a Faustino.
—¡Mocosa! ¡Soy tu bendito padre! ¡Te dije que fingieras ser su novia, y ahora te lo tomas en serio? ¡No te metas en esto!—Federico le dio una bofetada a Larisa.
—¡Larisa!—Faustino se enfureció y la abrazó.
¡Federico le había robado las hierbas, y Faustino lo había soportado por Larisa! ¡Pe