—¿Qué... qué disparates estás diciendo?
—Todo lo que he dicho son hechos. No creas que por saber pelear puedes distorsionar la realidad.
Salvador nunca había imaginado que Faustino fuera tan formidable luchador. Ante su confrontación directa, sintió un instintivo temor y retrocedió varios pasos.
En cuanto a Lorenzo y sus jóvenes acompañantes, ni hablar; al ver a Faustino acercarse paso a paso, casi se orinaron del miedo.
—¿De verdad? Parece que no entenderás hasta que te golpees contra la pared.
—En ese caso, dejemos que tu nieto explique todo claramente a los presentes.
Faustino no era alguien que soportara humillaciones. Después de haber sido calumniado y acosado por Salvador y Lorenzo, estaba decidido a no dejarlos salir impunes. Desenmascarar su verdadera cara frente a todos sería suficiente castigo para el abuelo y el nieto.
Justo cuando Faustino se disponía a avanzar para usar su aguja hipnótica en Lorenzo, la joven de aspecto decidido dio un paso al frente, interponiéndose en su