—¡Sí, llamen a ese bastardo de Faustino inmediatamente!—gritó alguien. —¡Este viejo le enseñará cómo comportarse!— Manolo, olvidando su disputa con los Pardo, se unió a la presión.
—Victoria, Rosalba, no hagamos caso a estos locos, dejémoslos que hagan su show. ¡Entremos rápidamente!—dijo Lara. —Cuando Faustino regrese, les pediremos cuentas.— Lara, rápidamente, llevó a Victoria y Rosalba de vuelta a la clínica y cerró la puerta de golpe.
Una vez dentro, Lara tiró el cuchillo y se secó las lágrimas en silencio.
—Lara, te pido disculpas en nombre de Faustino. Si no fuera por él, no estarías pasando por esto—dijo Rosalba, incómoda por la situación, consciente de que todo se debía a Faustino.
—Rosalba, ¿qué dices? Lo que menos lamento en mi vida es estar con Faustino. Ya me esperaba esta situación—dijo Lara, secándose las lágrimas y forzando una sonrisa. —Pero incluso si tuviera otra oportunidad, no cambiaría nada. Solo Faustino es realmente bueno conmigo…
—Ay, ¿por qué no llamamos a la p