Dante sentía un dolor profundo, como si un cuchillo le desgarrara el pecho. La vida le parecía insoportable.
— ¡Daniela, ¿sabes que mi corazón está hecho pedazos! ¡Cómo pudiste enamorarte de él! ¡Maldito Faustino, juro por Dios que te descuartizaré!…
En la clínica de Rosalba. Habían pasado cuatro o cinco días desde que Faustino se había ido, y Larisa aún no había regresado. Gracias al tratamiento y las medicinas de Faustino, los ojos de Rosalba habían recuperado la vista por completo. Sin embargo…
Durante la ausencia de Faustino, para Rosalba y Lara, acostumbradas a sus caricias y a compartir la cama, la situación fue una verdadera tortura. Ambas deseaban estar con Faustino y disfrutar de su compañía. Incluso Rosalba, con la vista recuperada, no se sentía feliz. Victoria no sabía qué sentía por Faustino, pero sí lo extrañaba.
No pudieron contactar a Faustino por teléfono. Así que se presentó esta escena: fuera de la clínica, Lara se sentó a la entrada, como una estatua esperando a su a