Era una famosa médica de la provincia, con grandes logros en medicina. Al oír sobre los efectos milagrosos del Elixir de Belleza, quería algunas unidades para estudiarlas a fondo.
Faustino la examinó de arriba abajo, sin poder reconocer su identidad en ese momento.
—¿Tú eres...?
Nora se acercó, tomando el brazo de Giana mientras sonreía: —¡Mi prima, Faustino! Vaya memoria la tuya... ¿Ya olvidaste? La que apostó contigo cuando curaste a mi padre, que si perdía tendría que acostarse contigo... ¿Cómo puedes olvidar haber ganado a semejante belleza?
Faustino reaccionó de inmediato, rascándose la cabeza: —Ah... sí, ya recuerdo.
Giana se ruborizó intensamente —que Nora mencionara algo así en público, ¡qué vergüenza! Pataleó enfadada: —¡Ramos! ¿Cómo puedes decir eso delante de tanta gente? ¡Qué vergüenza! Si sigues así, dejaré de hablarte.
—Ejem, ejem... —Emanuel tosió incómodo para disimular. No esperaba que aquel tratamiento médico hubiera dejado semejante asunto pendiente.
Ximena, p