Decidí que responderle a Karla iba a ser un horrible paso en falso y preferí cambiar así como automáticamente de frecuencia antes de que a Leonardo se le ocurriese hacer sus típicas preguntas incómodas:
— Me parece que hay que comprar algo —Dije— ¿Que se te ocurre?
— Llegó tu momento, Luis Felipe. Compra algo que realmente sea abundante.
— Tienes razón— Dije.
Trás despedirnos del resto que aún seguía caminando en dirección hacia sus destinos, acudimos a una botilleria que había al frontis de una plazoleta. Las becker estaban en promoción: Tres por mil pesos.
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