Elia lo miró por dos segundos. Pensó que realmente tenía buena apariencia, cuando Erik creciera no sabía cuántas niñas enamoraría.
Sin embargo, ¿no había dicho Luis que tenía compromisos de negocios? ¿Cómo había terminado tan rápido?
La noche era negra como tinta, pero no tanto como la profundidad de los ojos de Luis.
Él miró fijamente a su exesposa, extendió la mano para abrir la puerta del copiloto: —Sube.
Elia tenía cosas que hablar con él y no se hizo la difícil, se subió directamente al auto.
Luis cerró la puerta por ella, dio la vuelta al otro lado para subirse, se sentó y se puso el cinturón de seguridad. Con ambas manos en el volante preguntó: —El WhatsApp que envié, ¿lo viste? ¿Qué piensas?
¿WhatsApp?
Elia se quedó paralizada, luego recordó: —¿No lo borraste? No lo vi.
Luis giró la cabeza para mirarla. Hasta ahora podía verla bien, ver su rostro aún más hermoso que antes, ver que seguía siendo tan irritante como siempre. Los celos le hicieron hablar de manera desagradable: —Ef