Lucas resopló fríamente:
—Esa desfachatez la heredó de Damián.
Theo mantuvo su apariencia refinada:
—El tío Damián es muy bueno.
Lucas quiso desahogarse a propósito:
—Si es tan bueno, entonces múdate con los Uribe y vive con él. Justo Mateo no ha estado en casa últimamente, puedes ir a ser su hijo.
Obviamente, Theo se mantuvo muy calmado:
—¿Entonces me llevo a Jazmín conmigo? Al final de cuentas, ambos somos yernos de los Uribe, no hay diferencia entre ser de Lucas o del tío Damián.
Lucas ya no aguantó más, agitó la mano:
—¡Lárgate, lárgate, me molesta verte!
Theo subió las escaleras lentamente, desabrochándose los gemelos, con aire distinguido:
—Entonces Lucas, subo a mi cuarto, buenas noches.
Abajo, Lucas resopló: ¡Este mocoso malcriado, ya le crecieron las alas!
Pero cuando levantó la vista y vio la figura apuesta y erguida de Theo, en su corazón sintió orgullo y alegría. Un joven tan perfecto y de principios era su hijastro, y en el futuro sería su yerno, ¿cómo no iba a estar conte