Susana jadeaba sin control. Era una mujer normal, ¿cómo no iba a tener necesidades fisiológicas?
Pero no podía, no podía superar esa barrera en su corazón, no solo por Álvaro, sino también por el asunto de Jazmín. En su corazón simplemente no podía dejarlo ir, aunque fuera como antes, ni siquiera podía ser su amante.
En el momento crucial, su corazón se resistía intensamente.
Era completamente imposible tener relaciones con él.
Los sentimientos se enfriaron poco a poco.
Lucas no la forzó, antes solo había aprovechado el alcohol para hacer una petición inapropiada. De hecho, tampoco era posible que realmente hiciera algo con ella en esta casa, en su corazón aún tenía cierto respeto por Álvaro. Atrajo a Susana a su abrazo, a través del abrigo ligero acarició su cabello negro, su voz empapada en la noche negra, ronca de manera irreconocible:
—Si no quieres no importa, puedo esperar. Susana, puedo esperar.
Siguió acariciando su cabello largo, la encerró en su abrazo, tratándola como solía