La puerta de cristal se abrió, trayendo un poco de humedad. Afuera había empezado a llover.
La lluvia envolvía el cielo y la tierra en una ligera neblina.
A través del ventanal se podían ver las hojas nuevas de plátano con gotas cristalinas que colgaban y caían como lágrimas de amante. En esas gotas se reflejaban tres siluetas.
El ligero movimiento alertó a quienes cenaban.
Lucas alzó la vista y vio a Susana de inmediato, como un sueño etéreo entre la lluvia brumosa, solo que tenía el rostro pálido, probablemente por haber visto el WhatsApp que le había enviado.
El hombre habló con voz grave:
—Siéntate, cenemos juntos.
Susana no quería cenar con él, no podía soportar ni un minuto, ni un segundo.
Se acercó a Jazmín, le acarició la cabeza y le dijo muy tiernamente:
—Primero te voy a llevar al auto, Judy está esperando ahí. Mi amor, espera un poquito en el auto, mamá va a hablar unas palabras con papá y ya voy.
Jazmín asintió obedientemente:
—Está bien.
Lucas no se opuso.
Antes de irse, J