Los dos se miraron, uno adentro, uno afuera.
La atmósfera era muy incómoda.
Catalina trató de suavizar la situación:
—Señorita Paz, siéntese para conversar.
Susana agradeció, entró y se sentó en el sofá. Lucas entonces reaccionó, se acercó y se sentó frente a ella, mirando a Catalina preparar dos tazas de café.
Susana dijo suavemente:
—No tomo café, solo agua tibia está bien.
Catalina asintió y le sirvió otra taza.
En la enorme oficina quedaron solo ellos dos.
Los delgados dedos de Susana jugaban suavemente con el asa de la taza, su voz serena:
—La vez pasada en la suite del hotel, dijiste que lo pensara bien, que pensara en nuestro futuro. Después de más de un mes de reflexión, creo que puedo darte una respuesta. Lucas, nosotros...
Sus palabras no habían terminado cuando se abrió la puerta del área de descanso, en el umbral estaba Bella.
Bella llevaba un vestido de lana, debajo de la falda hasta las rodillas tenía medias transparentes, en los pies pantuflas de estar en casa, completam