Damián abrió la puerta de la suite con Aitana.
Era la primera vez que se hospedaban en un hotel juntos.
La habitación estaba a oscuras, intensificando cada sensación. Antes de que Aitana pudiera reaccionar, se vio acorralada contra la puerta, forzada a besar a Damián.
El aroma de su loción de afeitar y el fresco olor a tabaco la invadían a través de ese beso frenético, debilitando sus piernas hasta hacerla tambalear...
Tropezando, llegaron al sofá. Damián se quitó el abrigo, luego las medias de Aitana. Sus piernas desnudas rozaban contra el pantel negro de él, temblando con anhelo.
Él acarició su rostro, exigiendo:
—Di que no te gusta Miguel.
¿Cómo iba a decirlo Aitana?
No sentía nada romántico por Miguel, pero tampoco quería jurarle lealtad a Damián. Él tenía sus aventuras públicas y secretas, ¿por qué debería ella explicar algo inexistente? Además, iban a divorciarse.
Aitana decidió provocarlo.
Imitando sus gestos, acarició su rostro anguloso y murmuró con voz ronca:
—Tal vez sí me g