Durante el desayuno, Aitana mantuvo deliberadamente distancia con Damián.
Lina, notando el rostro demacrado de Aitana, le sirvió un tazón de caldo medicinal y le dijo con preocupación:
— ¿No dormiste bien anoche? Si cuidar a los niños es demasiado agotador, podemos contratar a dos empleadas más.
Antes de que Aitana pudiera responder, Elia levantó su manita y dijo con voz cantarina:
— ¡Abuela, yo sé la respuesta! Papá dijo que mamá estuvo leyendo hasta muy tarde anoche, por eso durmió tan profundamente. ¡En el futuro le pediré a mamá que lea menos y se acueste más temprano!
A su lado, Mateo comía con gran empeño.
Mamá era tan aplicada; Mateo también debía esforzarse en comer bien.
Los adultos guardaron silencio.
Fernando, Diego y la esposa de Diego comían con la mirada fija en sus platos.
Lucas miró a Damián, con un destello pícaro en los ojos.
Solo Lina parecía incómoda, sin saber qué decir. Finalmente, tomó un panecillo de avena y se lo dio a su nieta:
— Abuela los llevará a la escuel