Capítulo 200
Todavía era muy pequeño, apenas del tamaño de un punto, pero el karma, la justicia divina, todo recaía sobre él, Damián. ¡No importaba si era condenado eternamente, si era destrozado en mil pedazos, estaba dispuesto a soportarlo!

Dioses del cielo, por favor, denle a mi hijo Mateo un lugar donde descansar.

...

Después de regresar del templo, Damián enfermó gravemente.

Los médicos no sabían qué hacer, y no fue hasta la celebración del Día de Reyes que comenzó a mejorar un poco.

Al atardecer, nubes de color púrpura y rojo cubrían el cielo.

Un brillante automóvil negro entró lentamente en Residencial Aires del Sur. Cuando el vehículo se detuvo, el conductor bajó para abrir la puerta. Lina, elegantemente vestida, descendió del auto llevando una hermosa caja de comida que contenía roscón de reyes que ella misma había preparado.

La empleada salió a recibirla:

— Señora.

Lina le entregó la caja de comida a la empleada, y mientras subía las escaleras preguntó:

— ¿Está mejor Damián? He dicho a Mi
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