Capítulo 189
La nieve en Palmas Doradas se había derretido.

Por la mañana, una caravana de unos diez autos negros brillantes llevó a Aitana y a su abuela de regreso a la mansión de los Delgado. Tal como Damián había recibido a Aitana el día de su boda, hoy la devolvía, siguiendo el deseo de la abuela.

Sin importar el desenlace, su Aitana había sido debidamente desposada.

Los relucientes autos negros entraron en fila a la propiedad de los Delgado y se detuvieron suavemente.

En la penumbra del vehículo, Damián miró a Aitana. No habló, solo extendió su mano para acariciar con ternura su vientre, acariciando a su hijo. Luego tomó su mano, sosteniéndola con cariño durante largo tiempo.

Pero por mucho que le doliera, debía dejarla ir. Había prometido a la abuela que permitiría a Aitana marcharse.

La abuela trajo a Aitana de vuelta.

Leonardo y su esposa ya esperaban fuera del coche. Zarina, con lágrimas en los ojos, abrazó a Aitana y tomó la mano de la abuela, diciendo con voz entrecortada: —Abuela, no pu
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