Capítulo 172
Aitana bajó la mirada, observando al hombre humillado.

Si no hubiera sufrido tanto por su causa, en este momento realmente se habría conmovido.

El hombre inalcanzable de Palmas Doradas, Damián, ¿qué mujer no querría poseerlo?

Pero ella ya estaba demasiado herida.

Damián era como arsénico cubierto de miel, hermoso a la vista pero venenoso en realidad.

Aitana tenía miedo, no se atrevía a probarlo de nuevo.

Murmuró: —Una vida es muy larga, ¿quién puede garantizar algo así? Damián, vete, no vuelvas más.

Aitana retiró su mano y regresó al interior de la casa en la oscuridad de la noche. Contra el fondo negro profundo, solo se veía un destello verde de la esquina de su pijama.

Damián seguía arrodillado allí...

El trueno retumbaba en la distancia, la lluvia caía como agujas de bambú sobre Damián, como si mil flechas atravesaran su corazón.

Cuando Aitana llegó al segundo piso, vio a Esteban bloqueando el pasillo, con los ojos fijos en ella. Lo esquivó: —¿Por qué no duermes a medianoche? ¿Crees
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