En el segundo piso, Jazmín estaba tomando su medicina.
La pastillita estaba en la palma blanca de su mano, la pequeña no quería tragarla desde hacía rato, mirando a su mamá con expresión lastimera.
Justo en ese momento Theo subió las escaleras cargando a Carla, vio la situación y dejó a la pequeña en el suelo:
—Voy por dulces.
En solo un momento, Theo regresó con un paquete de caramelos. Normalmente no le gustaban mucho, pero a las niñas de su clase les encantaba esa marca, decían que estaban agridulces y muy ricos, así que fue y compró dos paquetes.
Theo se puso en cuclillas frente a Jazmín, sacó un caramelo y se lo acercó a los labios de la niñita para convencerla:
—Primero toma la medicina, después comes esto.
La carita blanca y tierna de Jazmín se arrugó como un panecito, muy adorable.
Se tragó la pastillita y bebió agua, luego sin poder esperar tomó el caramelo de la mano de Theo y se lo metió en la boquita. Efectivamente ya no era amargo, el sabor agridulce estaba muy rico, no pu