NARRADOR OMNISCIENTE
El silencio se adueñó de la habitación. Solo la respiración contenida de Ethan rompía el aire espeso entre los tres. Su rostro lo decía todo: odio hacia Jareth por haberle arrebatado a su hermana, decepción hacia Isabel por haber caído en sus brazos… y miedo, porque en el fondo sabía que ella estaba en grave peligro. Y dudaba de que Jareth fuera capaz de protegerla.
—¿Sabes que la condenaste, verdad? Ella… —empezó a decir, con la voz contenida por la rabia. Pero Jareth ni lo escuchaba. Sus ojos estaban fijos en Isabel, la mujer que lo volvía loco.
En su rostro había una sonrisa serena, enamorada. La veía como si fuera su única salvación, sin notar el caos que estaba dejando atrás.
—Ella estará a salvo —respondió con firmeza, sin apartar la vista de ella. Se acercó, tomó sus manos y las acarició con suavidad—. Te lo juro, Isa. Voy a protegerlos a los dos, con mi vida si es necesario.
—No digas eso… si te pasa algo, no me lo perdonaré nunca —murmuró ella, con la voz