Isabel se obligó a alejarse de él recuperando la compostura. Pero debía poner límites y ese era ahora. Le dio una bofetada y se alejó de él.
—He dicho que te vayas, Jareth. — susurró dándole la espalda.
Jareth lo pensó antes de irse. Pero era evidente que tenía que darle tiempo. Así que salio y se quedó afuera, con la espalda apoyada en la pared. Con el alma colgando de una cuerda floja.
Y al otro lado, Isabel cayó de rodillas. Lloró como aquella vez por la traición de Ricardo, pero ahora sentía que de verdad el mundo se le venía encima, ahora si sentía que era un dolor desgarrador, asfixiante.
Pero…así como una vez se levantó con la cabeza en alto lo volvería hacer esta vez. Nadie pisaría su orgullo y no se dejaría hacer daño por nadie. Iba a pelear por ella, por su amistad con Sam y llegaría a ser feliz.
Luego de sacar todo eso, algo que no bastó, no fue suficiente porque sentía que aún moría. Se calmó lo suficiente para pensar en un buen plan.
Se quedo en pleno silencio.
Con el