Kalen dejó de mirar a Ana en cuanto su madre soltó lo que dijo, él miró a la puerta igual que la rubia descolocada frente a él. ¿Qué hacían esos dos ahí? ¿Cómo es que decidieron visitarlo justo en ese instante?
―Qué agradable bienvenida. ―Aiden enarcó una ceja, esos dos pareciese que les dará un infarto de la impresión. ―Señora Deany. ―La mujer agrandó la sonrisa y los saludó a ambos.
―Bienvenidos. ―Miró a Osiris. ―Majestad. ―Inclinó la cabeza.
―Por favor, no haga eso. ―Osiris se incomodó, ella no puede ser una reina con los que son allegados a ella. ―Llámeme por mi nombre. ―Deany asintió. ―Señor Kael. ―Osiris abrazó al hombre. ―Se ve usted cada vez más joven. ―El hombre carcajeó.
―Me halaga usted, señorita. ―Hizo una reverencia. ―Es un gusto tenerlos aquí y…
―¡Tía Ana, tío Kalen! ―Un hombrecito de ya once años entró corriendo para abrazar antes a la rubia que se vio obligada a reaccionar.
―Cariño mío. ―Lo abrazó con fuerza. ―Pero qué grande estás, por el amor de Dios. ―Lo miró