49. Cuadro de amnesia.
Había pasado una semana desde el atentado contra Khaled. Sarada permanecía bajo estricta custodia de los hombres del jeque, quienes no permitirían que ni ella ni su pequeño hijo corrieran el menor riesgo. El agresor, antes de poder ser interrogado, se había quitado la vida, dejando tras de sí un manto de incertidumbre y dolor.
Sarada se encontraba en el hospital, sentada en una de las tantas bancas, a su lado su pequeño, esperando con ansiedad que su amado Khled despertara. Mientras tanto, en otra sala, Amina permanecía cerca de los padres de Khaled, fingiendo un dolor que no sentía. Lloraba como una novia desconsolada, cuando en realidad era una mujer capaz de matarte y luego llorar en tu velorio. Sarada lo sabía. Sabía que Amina tenía algo que ver con todo aquello, pero no se dejaría afectar por sus farsas. Esperaría con calma. Aún no había dicho a nadie que se había casado con Khaled, quería que fuera él quien lo dijera, cuando finalmente abriera los ojos.
Después de más de una hor