21. El Heredero unico del Jeque.
Sarada se encontraba en la pequeña capilla, sus manos apretadas en oración, mirando al altar con una expresión de desesperación. En su mente solo había una constante: el bienestar de su pequeño hijo. Él estaba en medio de una transfusión de sangre, un proceso crucial para su recuperación. Todo lo demás parecía desaparecer; a su alrededor. Solo pensaba en el niño, en cómo salir adelante. Las horas parecían alargarse interminablemente, como si el tiempo mismo se hubiera detenido.
El sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Gustavo había llamado varias veces, pero Sarada no quería contestar. Sabía que cualquier conversación en ese momento solo traería más tensiones, más reproches, más conflictos innecesarios. No estaba dispuesta a discutir sobre nada que no fuera la salud de su hijo. Finalmente, vio un mensaje que Gustavo había enviado, uno que la hizo fruncir el ceño.
—¿Cómo estás? ¿Te has olvidado de mí? Qué extraño que no respondas…— Un reclamo más de alguien que no compre