CAPÍTULO 82. Un refugio en plena guerra.
Capítulo 82
Un refugio en plena guerra.
Al día siguiente, la casa de Elena olía a pan recién horneado y a sierra húmeda; sus estanterías cargadas de libros y fotografías daban al salón una sensación de refugio que, por ahora, Teresa necesitaba como aire para respirar.
El reloj de pared marcaba la media tarde con un tic-tac que parecía lento, casi condescendiente. Elena se movía con calma, doblando una toalla de cocina, sirviendo una taza de café paraTeresa y preparando una lista de compras en voz baja.
—Voy al mercado —dijo, sin levantar la vista—. Vuelvo en una hora. ¿Quieres que te traiga algo? ¿Pan? ¿Dulces?
Teresa, recostada en el sofá con la manta cruzada sobre las piernas, dejó la taza de café en la mesita. Miró a Elena con gratitud y a la vez con una tensión que no se disipaba.
—No hace falta, gracias. Estaré bien —mintió, aunque la otra mujer parecía conocerla muy bien y notó la rigidez en sus hombros.
Elena esbozó una sonrisa comprensiva y se encogió de hombros, recogió las