CAPÍTULO 49. Las promesas tienen fecha de vencimiento.
Capítulo 49
Las promesas tienen fecha de vencimiento.
La puerta corrediza del penthouse se deslizó en silencio, apenas un suspiro metálico que no alcanzó a despertar a la ciudad. Gabriel, con la espalda apoyada en el marco, observó cómo Silvio Carranza irrumpía entre la penumbra y la luz artificial de los faroles.
El hacker reformado parecía más un fantasma que un hombre de carne y hueso: gabardina negra, bufanda gris, y una mirada irónica bajo una melena canosa que rozaba los hombros.
—Hace cuánto no te veía por aquí,Silvio —murmuró Gabriel, sorteando con destreza las torres de servidores y monitores.
Silvio se encogió de hombros mientras colgaba la gabardina en el perchero.
—Desde que decidí que el único virus que me interesa filtrar ahora es el de la tranquilidad —respondió, repasando con la mirada el teclado retroiluminado—. Pero al fin y al cabo, solo tú me harías salir del retiro para hackear a tu suegro.
Gabriel sonrió con resignación:
—Eres consciente de que tu “retiro” duró