CAPÍTULO 35. Lo que tememos perder.
Capítulo 35
Lo que tememos perder.
El alba se filtraba tímidamente por entre las cortinas de lino blanco, tiñendo la habitación de un resplandor suave. El cuerpo de Gabriel descansaba aún entre las sábanas, envuelto en la calma de la mañana siguiente a su noche más íntima con Isabela.
Aquel contacto profundo había quedado suspendido en el aire; sin embargo, el silencio se sentía pesado, carcomido por dudas invisibles.
Isabela lo observaba desde el marco de la puerta. Vestía apenas un camisón de seda color marfil que rozaba su piel con delicadeza. Su larga cabellera caía libre sobre sus hombros, desordenado.
Dio un paso sigiloso, con el corazón acelerado. Quería ayudarlo, pero se contenía, midiendo cada impulso.
—¿Puedo? —preguntó, en voz baja —. ¿Quieres que te ayude a vestirte?
Gabriel alzó la vista con lentitud, la fragilidad de sus ojos cerrados por la noche de pasión contrastaba con la dureza que ahora irradiaba su cuerpo. Negó con la cabeza.
—No… —respondió, la voz áspera—. Pr