CAPÍTULO 31. Mentiras que flotan, enemigos que se hunden.
Capítulo 31
Mentiras que flotan, enemigos que se hunden.
La mañana inició con un corte abrupto en la paz habitual que transcurría a diario en el penthouse. Los primeros rayos del sol se filtraban perezosos por los ventanales, pero en el aire se dispersaba una tensión pesada, como si toda la ciudad contuviera el aliento para observar el próximo movimiento.
En las dos pantallas del salón, distintos noticieros difundían titulares casi idénticos:
》“Supuesto Fraude Millonario en las Finanzas de Gabriel Montenegro: Auditoría Revela Transferencias Ilegales y Complicidad de Isabela Martínez, su reciente esposa.”
Isabela contemplaba las imágenes con el puño apretado, sus dedos blanquecinos apretando la taza de café hasta que la porcelana crujió.
Aquellos números escandalosos—cifras maquilladas y fechas retorcidas—se proyectaban con la solemnidad de una sentencia de muerte. Su nombre y el de Gabriel se leían en grandes letras rojas, acusatorios, irrefutables… al menos en apariencia.
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