Capítulo 236

Bajo los escombros.

El descenso comenzó antes incluso de dar el primer paso. Apenas cruzaron la zona restringida, Isabela sintió cómo el mundo perdía altura bajo sus pies, como si cada metro hacia el subnivel fuera arrancándole oxígeno, calma y tiempo.

El aire allí abajo pesaba de una forma distinta: caliente, saturado, un polvo denso que parecía pegarse a la piel como ceniza húmeda.

El equipo avanzaba detrás de ella, pero Isabela no se sentía acompañada. Se sentía guiada… por una angustia feroz que tiraba de ella hacia adelante, como si una cuerda invisible la estuviera jalando directo hacia el corazón del infierno.

Diego iba detrás, tablet en mano, ojos moviéndose rápido sobre gráficos que vibraban como si tuvieran vida propia.

—Los sensores marcan actividad inestable en los puntos norte y este —avisó—. Si escuchan un crujido que no parezca normal… bueno, más anormal que todo esto… se pegan a la pared y se quedan quietos.

Valeria soltó una risa nerviosa, una que se eva