Capítulo 201

Una semana más.

La habitación blanca se había convertido en su prisión. Teresa llevaba tres días sin ver a nadie más que a las enfermeras que entraban con trajes sellados, sin pronunciar una palabra. No sabía qué hora era ni si afuera aún existía la luz del día. Las luces del techo nunca se apagaban, y el zumbido constante del sistema de ventilación se le había metido en los huesos, como si fuera parte de su sangre.

El aislamiento comenzaba a quebrarla.

Al principio trató de mantenerse calmada, de convencer a su mente de que aquello era solo una medida temporal, una cuarentena preventiva como le decían. Pero con cada hora que pasaba, el miedo se le enredaba más profundo.

El movimiento en su vientre se hacía más notorio. Ya no era un leve temblor; era una presión constante, como si algo, o alguien, dentro de ella intentara salir.

—¡Quiero hablar con alguien! —gritó al fin, golpeando el vidrio de la puerta con todas sus fuerzas—. ¡Quiero saber qué me hicieron!

Su voz rebotó