CAPÍTULO 173. La recaída.
Capítulo 173
La recaída.
El aire del pasillo olía a alcohol y a antiséptico, las luces fluorescentes zumbaban con ese brillo indefinido que hace que los contornos se vuelvan difusos. Fue en esa atmósfera mecánica donde, de pronto, todo se desordenó: Teresa perdió el equilibrio sobre la cama como si una cuerda invisible la hubiera jalado hacia abajo. Un mareo la atravesó en oleadas; las manos le temblaban y su sonrisa, apenas esbozada, se desplomó en una mueca de confusión.
Julián fue el primero en sujetarla. La sostuvo por los hombros con la fuerza de quien se niega a soltar a la persona que más ama.
—Tere, respirá —le dijo, la voz quebrada pero firme—. ¿Qué te pasa?
El monitor marcó una caída de la tensión arterial en cuestión de minutos. La enfermera de guardia llamó en voz alta al residente y en menos de un suspiro la habitación se llenó de movimientos rápidos, manos que comprobaban el pulso, palabras médicas que iban y venían sin una conclusión inmediata. Hicieron pruebas