CAPÍTULO 170. Dudas y deseos.
Capítulo 170
Dudas y deseos.
El silencio después del clímax tenía el peso de una sentencia. En la penumbra de la habitación, con las sábanas aún desordenadas y la luz matinal filtrándose por la cortina, Silvio yacía junto a Valeria como dos náufragos que comparten la misma tabla sin saber si resistirán hasta la orilla.
Sus respiraciones eran ya menos agudas, el calor aún se aferraba a sus cuerpos. Ella, con la espalda apoyada en la almohada, miraba al techo como quien parece buscar respuesta en la ausencia de ruido. Él, boca arriba, observaba su propio reflejo en la ventana: un hombre con los ojos brillosos y la voluntad quebrada.
El momento pareció prolongarse en la espera de lo que alguno de los dos se atreviera a decir, y fue Silvio quien rompió el hilo de esa calma con una pregunta que sonó más como una puñalada que como una simple curiosidad.
—¿Qué se supone que tenemos nosotros, Valeria? —preguntó, con la voz rasposa por la respiración contenida y la honestidad que dolía.
Ella l