CAPÍTULO 104. La guerra de los invisibles.
Capítulo 104
La guerra de los invisibles.
La mañana empezó con un mensaje que hizo temblar el café en la taza de Isabela. “Adrián está muy mal”, decía el mensaje, sin más contexto.
Pasó un minuto hasta que la gravedad calara: vómitos, fiebre alta, episodios de desmayo. Todo ello en la casa donde Adrián cumplía la prisión domiciliaria, rodeado de cuidados que, por ahora, no lograban explicar lo que estaba sucediendo con su salud.
Gabriel, al escuchar lo que Isabela leía en voz alta, dejó la taza en la mesa y respiró hondo como si aspirara el mundo entero.
No fue compasión lo primero que afloró, sino una rabia oscura que le llenó la garganta. Los años de humillación, los gestos que recordaban su infancia robada, las imágenes del video que Diego le había entregado. La mano de Adrián manipulando los frenos del vehículo de sus padres. Todos se mezclaron hasta formar un nudo en su interior.
—Que se muera —fue lo primero que dijo en voz alta—. Que se muera despacio. Que pague lo que me hizo