CAPÍTULO 135. La falsa esperanza.

Capítulo 135

La falsa esperanza.

El video había dejado un reguero de frío bajo la piel. Ver a Elena, tan vulnerable y frágil, con tubos y la piel pálida, fue una devastación que se alojó en la sala como un huésped sin permiso. Pero cuando uno de los fotogramas reveló signos claros de gestación, la sala pareció derrumbarse en silencio.

Isabela se sentó en la silla más cercana y un sollozo tenue se le escapó primero, luego otro, hasta que la compresión en el pecho la obligó a doblarse. La metáfora de “incubadora” había tomadoo carne. Aquello ya no era término frío de laboratorio: era un cuerpo humano usado como cámara, como recipiente.

Gabriel la observó un instante. Se acercó, apoyó las manos en la mesa y juró, en voz baja pero con la solemnidad de quien profiere una sentencia:

—No descansaré hasta que ese laboratorio deje de existir.

Las palabras no consolaron a nadie, pero marcaron la dirección. Era la promesa que necesitaban para no desfallecer.

Silvio, que había pasado horas mira
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