CAPÍTULO 132. El puerto.

Capítulo 132

El puerto.

El rastreo fue un hilo que llevó a la aguja. Silvio, con su rostro cansado e iluminado por la luz fría de las pantallas, siguió la traza hasta un servidor espejo que rebotaba su salida por rutas poco convencionales hasta aterrizar, finalmente, en una dirección IP que correspondía a la red del puerto.

Más exactamente: a una bodega abandonada en el espigón tres, una estructura de acero y ladrillo que había servido, años atrás, de almacén de piezas navales.

—Lo tengo —dijo Silvio sin alzar la voz—. La señal nos llevó a una IP local, salida por un repetidor que cubre la zona portuaria. La bodega 3, espigón tres. Está en la lista de edificios clausurados; perfecto para operaciones que quieren desaparecer.

La palabra “perfecto” en la voz de Silvio sonó como una mala noticia. Gabriel no necesitó más. Su decisión fue inmediata y visceral: no podían esperar.

—No voy a pedir permiso a quien ya tiene las manos sucias —cortó Gabriel, clavando la mirada en cada uno de los p
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