CAPÍTULO 133. El eco de la incubadora.
Capítulo 133
El eco de la incubadora.
El sobre parecía pequeño e insignificante encima de la mesa de centro, pero cuando Isabela desdobló la ecografía la sala pareció llenarse de ruido: el silencio se hizo denso, pesado y cada respiración sonaba demasiado cerca. La imagen en blanco y negro—un óvalo imperfecto, sombras y ruido—no era un alivio; era una prueba silenciosa que exigía traducción.
Teresa dejó la taza de café sin beberla; Gabriel se quedó de pie con la mirada clavada en la foto. Silvio ya había tomado la hoja con guantes y la puso bajo la lupa, como quien teme tocar un fósil pero sabe que tocarlo es la única forma de leer el pasado.
—No es una broma —dijo Isabela, sin apartar los ojos—. Esto no es solo una amenaza estilística. Es evidencia física. Y la palabra “incubadora” no puede ser una metáfora si está acompañada de esto.
Silvio alzó la vista. Había algo en la forma en que ella pronunció “incubadora” que no admitía discusión: no solo eran vocablos, eran manos que habían