El cuerpo le ardía. Las heridas que tenía sobre su piel costaba que cerraran tras perder tanta sangre. Su vista por momento se volvía negra, pero él se obligaba a volver en sí. Podía escuchar los lobos a su lado mover de un lado a otro.
En algún momento se habían detenido y la oscuridad que se había cernido sobre él era natural. El olor a humedad inundó sus fosas nasales. Debían haber llegado a la cueva donde se ocultarían temporalmente en los terrenos de otra manada. Eso significaba que ya estaban a salvo. Por el momento. Su padre o los guardias no podía ingresar y atacar a los que estuviesen allí sin comenzar un problema entre manadas.
Sintió como su cuerpo fue puesto suavemente sobre las piedras y su túnica ser abierta. La piel se estiró junto a la tela al ser tirada por la sangre seca. Gruñó, pero se mantuvo quieto. Su mente tenía mucho en que pensar y recriminarse en ese momento. Odiaba que todo hubiera fallado. Habían estado a solo milímetros de lograr su objetivo.
Por más que l