Horas más tarde la puerta de su habitación fue tocada con fuerza y Lena entró con el rostro asustado. Asya frunció el ceño.
-¿Qué ocurre?
-Reina- se inclinó intimidada al recordar lo ocurrido anteriormente con ella- Le tengo dos malas noticias.
Lo que faltaba, no una, sino dos.
-Habla de una vez- Asya le levantó con el corazón latiendo en el pecho.
La esclava apretó los labios.
-La primera es que… el príncipe Ilayen ya no se encuentra dentro de los pabellones del palacio.
El rostro de Asya palideció
-¿A dónde fue?
Lena negó con la cabeza.
-Solo pude averiguar que fue enviado a las fronteras de la manada por órdenes del alfa.
-¿Nada más? La razón…
Lena negó.
-Escuchó por otras esclavas que el alfa lo envió hasta su cumpleaños de mayoría de edad. Parece algo incómodo con ese hecho.
Asya se sobó la barbilla. Podía ser. Por ley natural los lobos no podían matar a sus cachorros y el alfa en su posición podría tener problemas si este moría bajo su protección…, era la forma en que el Consejo