Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche siguiente, Gabriel recibió la noticia de un contacto en Calais. Había un mensaje que debía recogerse antes de partir al interior.
Eleanor insistió en acompañarlo, y aunque Gabriel vaciló, comprendió que ya no podía excluirla de los riesgos de su mundo.
La taberna estaba abarrotada. El humo de las pipas formaba un velo espeso, y el olor a vino rancio y sudor impregnaba el aire. Hombres de aspecto tosco jugaban a las cartas en mesas pegajosas, mientras soldados franceses se emborrachaban entre risotadas y canciones desafinadas.
Eleanor jamás había puesto un pie en un lugar así. Oculta bajo una capa oscura, seguía a Gabriel con el corazón desbocado. Él avanzaba con naturalidad, saludando a algunos marineros, como si fuera uno de ellos. Nadie sospechaba que aquel hombre y la dama que lo acompañaba eran piezas d







