Capítulo 98
|| Punto de vista de Bellona ||
Desde el momento en que abrí los ojos esa mañana, supe que algo no estaba bien. Tenía el estómago revuelto, como si hubiera tragado algo afilado, y la boca seca por más agua que bebiera. Los mareos llegaban en suaves oleadas, seguidos de unas náuseas implacables que me obligaban a agarrarme al borde del lavabo del baño y respirar profundamente, tratando de evitar volver a vomitar.
Leo se dio cuenta, por supuesto. Siempre era más perspicaz de lo que aparentaba.
—Estás pálida —dijo, frunciendo el ceño mientras me ayudaba a subir al coche—. ¿Seguro que no quieres que llame a Dante?
Negué con la cabeza. —Ya tiene bastante con lo suyo. Probablemente solo sea estrés, o algo que he comido. Estaré bien después de que me hagan un chequeo.
No discutió. Solo me miró con esa mirada silenciosa y protectora y me llevó al hospital.
Las luces blancas de la clínica me parecieron demasiado brillantes, el olor a antiséptico era abrumador. Me senté en silencio