Ya solo me quedaban un par de horas en la hacienda, me había encantado venir. Aunque las situaciones no habían sido las mejores y si, lo digo por Camilo. Aunque lo que me llevo en el corazón es el regalo de Rogelio, la muñeca se había convertido en mi favorita y nunca la soltaría. Lo que no sabía, era si algún día volvería a venir acá, la verdad es que no creo que el señor Ciro quiera que vuelva a venir. Realmente eso me tenía mal, creo que nunca había sido la manzana de la discordia y mucho menos por los celos tontos de Camilo.
—¿Ya casi lista?
Entraba Alicia a mi cuarto, terminaba de empacar mis cosas.
—Sí. Muchas gracias, me gusto venir a tu casa y compartir con tu familia un rato.
—Disculpa por lo que paso con Camilo, aunque sé que después de le va a olvidar y todo será como si nada.
—¿Estás segura?
—Por supuesto, conozco a mi gente y Camilo solo está haciendo un mega berrinche.
—Gracias, amiga.
Me abalancé para abrazar a Alicia, tenía muchas ganas de hacerlo.
—Todo saldrá bien.