Olivia estaba sentada en el borde del sofá, con el corazón desbocado. El día había sido un torbellino, pero la tormenta real se desataba ahora, dentro de su pecho.
La noche había caído como una cortina espesa sobre la ciudad, envolviendo cada rincón del penthouse en una penumbra silenciosa. Solo una lámpara encendida lanzaba su luz cálida sobre el sofá donde Olivia permanecía sentada, inmóvil, con las piernas encogidas contra el pecho y la mirada perdida en la nada. El vino en su copa estaba intacto. El nudo en su garganta no la dejaba tragar.
"Tengo una hermana."
La frase no dejaba de repetirse en su mente, como una campana que no cesa de sonar. Una verdad que se había escondido toda su vida tras el silencio de un padre que, una vez más, había elegido mentir.No podía enfrentarlo. No aún.
Y aunque su corazón latí